Donde la Tierra y el Cielo se Besan





Kola bemajashavá itberiru ("Todo se purifica a través del pensamiento" [Zohar 2:254b]).

Todo el tikún haolam tiene su génesis en tu pensamiento. Todo el tikún haolam comienza en tu mente. A medida que los pensamientos van llegando a tu cabeza, tienes que elegir cuáles retener y cuáles rechazar.

El Midrash nos dice que cuando el faraón salió para capturar a los israelitas en el Mar Rojo, él y su ejército llegaron con caballos de diferentes colores - rojos, negros, blancos y manchados.
Cada caballo de la caballería del faraón tiene su propia manera de andar. Los caballos rojos corren hacia la ira y la violencia, hacia la pasión por la comida, el sexo, el dinero y poder.
Los caballos negros galopan hacia las arenas movedizas de la depresión y la desesperación. Los caballos blancos tienen el andar gallardo del fervor religioso equivocado apoyado en las supuestas mitzvot sancionadas por el rabino faraón, pero que no son realmente mitzvot, en absoluto. Los caballos manchados tienen un andar borracho - un pensamiento inconsistente en el mejor de los casos e inestable en el peor.

Cuando el ejército egipcio apareció en el horizonte, los israelitas se sintieron aterrorizados, y con razón. ¡Había tantos de ellos! Moshé le dijo el pueblo judío que se mantuviese en silencio. Dios lucharía su batalla. No debemos amedrentarnos al encontrar los revoltosos pensamientos representados por los caballos del faraón. Moshé, el claro pensador, nos enseñó a no responderle directamente al pensamiento erróneo.

Sorprendente, pero verdadero: El combate directo contra tales pensamientos sólo los fortalece. Son demasiado fuertes para nosotros. La respuesta silenciosa (al estilo "no mires por sobre tu hombro") es tu respuesta más fuerte. Si uno de los caballos del faraón galopa hacia tu mente, espera con un silencio paciente. Dios enviará uno de Sus caballos para ocupar su lugar, y volverás a estar en el camino.

Los caballos del faraón, los productos de la fantasía y de la imaginación, sólo están allí porque Dios los puso allí. Él los pone allí para que tú puedas ver a través de la ilusión y elijas a Dios en lugar de la ilusión.

Pon tu mano en Sus manos. Clama por Su ayuda. Si no puedes clamar, levanta al menos tus ojos y busca Su ayuda.´

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De "Donde la Tierra y el Cielo se Besan" de Ozer Bergman.
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